lunes, 4 de marzo de 2013

XVII

Una estrella fugaz nos vio y pidió un deseo
la noche que asaltamos el palacio de las paredes de lluvia
las nubes eran nuestras,
y el invierno se estremecía al intuir
que no vacilaríamos en desafiarle
que nada podría frenar
nuestras ganas de profanar
su frialdad inevitable.
Y aún las nubes se lanzan al vacío
intentando competir con mi humedad
desde que le declaramos la guerra al frío
aflojando los grilletes de la soledad.

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