XI

Levanto un arco del fracaso
para saber como he llegado,
llorar porque las flores se marchitan
es de cobardes, es de pringados.

XIX

Yo antes era muy hipócrita. A veces, tú eres muy ingenuo, te dejas arrastrar por la corriente y los peces te pegan su olor a pescado. Siempre fuimos ingenuos, es tan evidente que pasa desapercibido. Ahora me arden las entrañas, las venas, los nervios, las arterias, cada poro humea y de mi boca salen llamaradas, mientras huyen los dragones acobardados. Los dragones que más incendian se quedan sin amigos.

Estos ancianos de hoy en día no respetan a los jóvenes. Si me preguntan daré ejemplos, 

pero el silencio es esclarecedor.

XXI

Quiero un perro que me saque a pasear

una muñeca que me peine

una guitarra que me toque...

XIII

No hay bien que por mal no venga.

Si no hay solución, no será un problema.

XI

Nunca quise aprender a hablar por hablar

ni soporté las máscaras de plomo;

lo que tengo que saber: cuando gritar

y por qué causa partirme el lomo.

Cada uno en su burbujita de cristal:

aquí meto el hocico, aquí me asomo,

por grietas a puntito de reventar

gracias a que decidimos ser lobos.

VII

El tiempo sólo es agua evaporándose,

nubes curioseando nuestro incendio inmune,

un demonio atrapado en un reloj.

Está cayendo el sol y ya no me hundo con él.

XVII

Rendirse, ¿para qué?
Para arrepentirnos.