Algunas páginas parecen eternas
y sin embargo, terminan,
como aquellos castillos inexpugnables
que ahora yacen abandonados.
Yo provoqué mi ruina.
Dinamité mi templo,
voló por los aires.
Era la única elección posible.
Tú no puedes decirle a un trueno que no caiga
ni escuchar a un búho rebelde gritar en la noche
en un bosque con mas fantasmas que árboles.
Pero si no puedes venerar a la luna
con mas ruido que los que adoran al sol
(para desatar su furia)
la verdad es que me alegro.

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