Con el silencio acribillado, con la garganta rota a gritos,
en una fortaleza en supuestas condiciones de paz,
el espíritu retumba espasmódico y la razón,
harta de llanto, delira ebria y risueña.
Los buitres desvergonzados graznan y respiran,
graznan y respiran cada segundo,
entre alaridos de niños torturados, bombas y disparos.
El estallido de un trueno
que despierta todas las bestias
mil ojos abriéndose en el pecho
la araña que se atrapa en su tela
un temblor que destila lágrimas
un reloj de arena perdido
ansioso de ser volteado.
Borrachos, borrachos de maldad
y ganas de beber para ser mas malos.
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