El duende.

El duende se revuelve
prende fuego a la jaula
le ayudas a escapar
te atrapa...

Quiere rescatar a sus compañeros
sepultados en el inconsciente.

Todas las noches se me aparecen
me amenazan
me trago las llaves
acabo vomitándolas...

Despedida.

Hoy juré: abandono el nido.
Imagino que volveré para contarte
de que manera me he perdido,
pero en fin, sabes que soy un desastre,
que siempre me olvido el abrigo,
dime si lo hiciste, dime que pensaste
tú también en vivir al filo.

Sinceridad alcohólica.

Solos por devoción propia

hasta desdeñar del viento una caricia

tu orgullo calor me expropia

cuando la soledad ya desquicia

te debo confesar que

te quiero follar con avaricia.

Felicidad.

Le tienes miedo a vivir
por eso no me entiendes
con poco aprendí a reír
mas dame estupefacientes.

Laocoonte y tus hijos
liberaos de las serpientes
romped el maleficio
afilad bien los dientes.

Para proclamar la paz
te regalo unos pendientes
Estatua de la Libertad
de cabezas de presidentes.

Este es mi caballo de Troya
que conquista tus simientes
te cortaré la polla
o lo que sea si mientes.

Pis

Fui la niña loca que todo cura querría exorcizar
pero me hice pasar por santa y de milagro conseguí escapar.

Llego tarde al examen para decapitar al profesor
que supuestamente enseña pero en verdad es un traidor.

Al enemigo ni agua, no pagaré esa multa,
todo atado y bien atado pero no soy tan estulta.

Esas cadenas las estás pagando tú
pero prefieres engañarte y no dices ni mu.

Luz tenue.

Derrapan y se hunden

tus dedos en mis piernas

por donde quiero se deslizan

huidizos suben por mi piel

buscando qué pellizcar,

me mandas callar con un beso

me confiesas que te encanta

que gima, que grite,

que nunca me calle

y haces todo lo posible

para que gima, que grite

que nunca me calle

y sugieres donde deben

jugar mis manos

y suplicas que no esconda mi lengua

que la deje libre por las buenas

que la tuya se perdió dentro de mí,

separas mis piernas,

me miras, me llenas,

suspiro y ya no hay tregua

te muerdo, me muerdes,

sigo aullando

mientras me echas en cara

que me encanta lo que me das.

Que te dejas putear.

A ver si se entera el rebaño,
que queda por esquilar poco más que mi coño,
que no hay futuro ni para ti ni tu retoño,
que no nos pueden hacer más daño.

A ver si se entera el mundo,
a ver si se entera España
de su cadáver nauseabundo
que aún sigue de cañas.

Maldita piedad.

Entre escombros de inocencia
ayúdame a alzar una torre
que se infarta mi paciencia
por no ver como te corres.

Déjame ver la vida
abandóname a mi suerte
susúrrame asesina
déjame ver la muerte.

Y si no me ayudas
te amputaré los brazos
te diré ahí te pudras
y te arrancaré los bajos.

Maldad bendita.

Soy multiorgásmica, contigo ni me corría,
como para aguantarte otro puto día,
Sin tocarme si quiera, él me moja los labios,
tú llora pajeándote, me secaste los ovarios.

Bien te vendría como a mí aprender a echar mierda
pues nos dicen que hay que compartir y nos quitan las armas en guerra.

Luna de plomo.

Me perdí en los versos que no me atreví a escribir,
añorando tus santos gritos ausentes en noches iniciáticas,
casi siempre vacía, a veces usurpada;
me recuerdo borracha lejos de los demás,
tirada en un banco preguntando ¿dónde estás?

¿Hablas mi idioma?

El verdadero castigo no es la muerte
es que sin esclavos ni riquezas
nos vean libres.

Su tic-tac se desespera en la carrera contra mis latidos
fugitivos, desbocados desde el instante en que nos vimos;
entre malnacidos y desclasados
nosotros jamás sucumbimos
cuando te sientas derrotado
acuérdate que renacimos.

Me he dado cuenta de una cosa
si te cargas el gusano
no habrá mariposa.

Estás lleno de sombras que necesito para no quemarme.
Contienes todas las sombras que temí, estás lleno de mis sombras.
Que no me engañen abanicos, que no me vendan cremas.
Estás lleno de todas mis sombras.

No vine a adornar tumbas.

Tu madre por ti reza
tu padre mira al cielo
y en ti renace la esencia
del humilde guerrillero.

Los más valientes de la historia,
los solidarios hombres nuevos:
sin miedo al estado,
sin miedo a sus perros,
sin miedo a dios,
sin miedo al clero.

Por mis venas corre sangre roja
de amor a la libertad, de ira del pueblo,
odio inevitable para la evolución,
lucha constante, lucha sin miedo.


Tu madre por ti reza
tu padre mira al cielo
y en ti renace la esencia
del humilde guerrillero,
con las manos preparadas
para forjar un mundo nuevo.

Falsos profetas.

Cuenta la leyenda que los reyes un día tuvieron corazón, no su corazón azul característico, pálido y muerto, sino corazón de sangre roja.
Pero nadie habla de aquel que se olvidó de su dios y encontró el corazón que su falso dios no tenía.
Pero nadie habla de aquel que dejó de buscarse la vida y la encontró esperándole.

Reconoce que te caes porque quieres si no te agarras cuando puedes.

Me preguntas "¿Dónde vas?"
Te respondo "Donde voy".
Y me vuelves a preguntar. Y sigo sin saber quien dirige el viento.

Mi apocalipsis.

Que se funda mi hielo en tus cascadas
que mi tierra se beba tu mar
que mi viento avive tu hoguera
que nunca tengamos que disparar
que nos caliente el fuego hasta que
-de nosotros y nuestros demonios-
solo queden aquí, en el infierno, cenizas,
que su dios no tiene ni corazón ni verdad.

Tú decides.

Y allí, en cualquier punto del desierto infinito donde vio brillar una hoja solitaria, montó la mesa de tres patas, sacó los dados, la moneda de oro y la varita y, lejos de las obligaciones y el ajetreo de la urbe, con el sol como principal testigo dictó su destino al soplo cálido que despeina la arena. La varita vibró, una duna se hizo piedra, la moneda reventó, a los dados se los tragó la tierra y, de repente, la duna rompió aguas.
Y siguió su camino por la orilla del río sembrando polvo de moneda.

Todavía queda luna...

Y yo me convenzo de que el tiempo es mentira y las distancias también, que él también se miente y nos miente (tantas veces me mentí que no me fío de nadie) y quiero hacerme invisible e ingrávida y la soga llama a mi cuerpo y mi espíritu tiene sed, mi duende se lo quiere cortar, mi alma en shock... es mentira o verdad, pero todo va a salir bien.

Sube la guardia.

Se nos viene a las manos
acariciamos los guijarros
y los dejamos madurar.
Ponemos la esperanza al sol
pero seguimos llorándole
y las lágrimas ya son un mar eterno
oculto en todo aquel que respira.

Mierda.

Tiembla poderoso, que del pueblo te has burlado.

Extremadamente contagioso, todos se han infectado,

cárcel para el valeroso, la inmundicia ha triunfado.

Tiembla poderoso que del pueblo te has burlado,

arrogante avaricioso, la ruina te has buscado.

Estamos en guerra

a mi ya no me aterra

pienso en niños palestinos

tirando piedras,

se va a cagar la perra

mi rabia no se encierra

me pitan los oídos

porque explota la tierra.

Venceré.

Nadie comprenderá nuestro matrimonio clandestino
se desposó nuestra felicidad con el destino de testigo.
Eugenia arrastró su virginidad hasta el asilo,
malnacida la echó a perder cual fruto podrido.

Fui la guardiana de su felicidad y me encerró en un calabozo
pero sus ásperos gritos pulieron la roca ahora ausente
que me llevó a esta supuesta isla desierta.

Llevo tus poemas tatuados en cada neurona
ya pocas melodías me impresionan.
No me perderé camino de los sueños
llevo tu mapa tatuado en el recuerdo.

No podría ir con las manos vacías a buscarte,
ni perseguirte, ni siquiera hablarte
hasta que no sienta que necesitas mi voz.

Veré como reacciona al humillar su moda
creyendo que está ligando con cualquier mona.
Veré como se asoma creyendo que es broma
al ver el paisaje que se ha perdido en coma.

Sacrifiqué mi himen, reconstrúyelo para ti
con telarañas de semen para recordar que viví.

El cofre de infinitas llaves perdidas en el laberinto de la autosugestión,
la ciudad de las mil puertas, las presuntas entradas prohibidas,
están todas aquí abajo
están todas aquí arriba,
están en el desierto,
están en la cantina.

Aprendimos a hacer trampa.

Me perdí en las formas de la montaña,

me abrí de alas para el viento,

y así, los tres fuimos ola

que surca el mar y toma asiento.

El reloj homicida.

Un murmullo me reta a jugar al escondite con la humanidad entera,

a responder con voz trémula -o sin ella- al enigma inaudito del silencio,

a pedir caricias a las sombras brillantes que sucumbieron al escarpado aquí, al eterno ahora.

El pasado como temor del presente.

Caí en la trampa del ego y me vociferé sangrienta:
¡Hasta que consiga salir será como si estuviera muerta!
Me maldije para no tener que volver a cometer cierta afrenta,
Caen las hojas secas pero un soplo las reinventa.
Siembro escopetas a partir de las balas que desdeña el horizonte,
Veo la fragilidad del cosmos en cada vaso que se rompe.
Afilo la punta de mi lengua mientras se relamen la sangre,
Esparzo polvo de conciencia para que al respirar
comprendas que vivimos del mismo aire.