miércoles, 4 de julio de 2012

Venceré.

Nadie comprenderá nuestro matrimonio clandestino
se desposó nuestra felicidad con el destino de testigo.
Eugenia arrastró su virginidad hasta el asilo,
malnacida la echó a perder cual fruto podrido.

Fui la guardiana de su felicidad y me encerró en un calabozo
pero sus ásperos gritos pulieron la roca ahora ausente
que me llevó a esta supuesta isla desierta.

Llevo tus poemas tatuados en cada neurona
ya pocas melodías me impresionan.
No me perderé camino de los sueños
llevo tu mapa tatuado en el recuerdo.

No podría ir con las manos vacías a buscarte,
ni perseguirte, ni siquiera hablarte
hasta que no sienta que necesitas mi voz.

Veré como reacciona al humillar su moda
creyendo que está ligando con cualquier mona.
Veré como se asoma creyendo que es broma
al ver el paisaje que se ha perdido en coma.

Sacrifiqué mi himen, reconstrúyelo para ti
con telarañas de semen para recordar que viví.

El cofre de infinitas llaves perdidas en el laberinto de la autosugestión,
la ciudad de las mil puertas, las presuntas entradas prohibidas,
están todas aquí abajo
están todas aquí arriba,
están en el desierto,
están en la cantina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario